Griselda Pollock, en su análisis sobre los mitos representados por la artista
romana Artemisia Gentileschi (1593-1654) , señala que abundan lecturas sobre
Susana y los viejos o Judit decapitando a Holofernes, que interpretan la elección de
estos mitos como reflejo de venganza personal a raíz de haber sufrido una violación
por parte de su maestro. Según los registros de época, la violación tuvo lugar en el
año 1611 mientras que, Susana y los viejos, fué pintada en 1610. Tal repertorio de
mitos era frecuente porque conformaban el imaginario popular de su tiempo y era
representado también por colegas varones contemporáneos.
Lo verdaderamente interesante a revisar desde la crítica feminista, dice
Pollock, es precisamente cómo las artistas han desarrollado estrategias para
dialogar con los mitos de representación hegemónicos de su época. Es decir, el
desarrollo de estrategias de negociación para convivir como productoras de sentido
en la esfera pública. Sobre la compresión espacial en la versión de Artemisia
Gentileschi acerca de Susana y los viejos, la autora señala:
“Perspectiva es lo que Artemisia Gentileschi habría de estudiar con Agostino Tassi, su maestro convertido en violador. La perspectiva, más que una herramienta útil, representaba no sólo una tecnología para la producción de una ilusión de espacio en superficies bidimensionales: era una construcción discursiva de un mundo y un modo de establecer una relación ideológica con dicho mundo, medido, dominado, desplegado, legible, racional, calculable matemáticamente [...] Hay muy poco espacio en el Susana y los viejos de Gentileschi [...] Al observador se le ofrece un punto de vista que imaginariamente está en el estanque de baño o mikveh. Es decir, el observador no puede tener ninguna relación racional respecto a este espacio. Estamos demasiado cerca de lo que sucede [...] En el cuadro de Artemisia Gentileschi, los hombres y la mujer existen en zonas radicalmente diferentes. Los ancianos están pintados como una unidad, confinados sobre la balaustrada, hablando entre sí [...] ¿Dónde están los signos del jardín, tan comunes en otros escenarios, creando una situación edénica para desplazar el crudo conflicto de la concupiscencia masculina y la desnudez femenina? [...] a diferencia de otras versiones del tema, el cuadro no correlaciona a los observadores con el punto de visión de los ancianos, lascivos bajo el cubierto de los árboles mientras la joven continúa despreocupadamente su baño, expuesta a la visión que abarca tanto a los dos hombres dentro del cuadro como a aquellos fuera del espacio ficcional (por ejemplo en la versión de Jacopo Tintoretto de 1555-1556 en Viena,
Kunsthistorisches Museum). El cuadro de Artemisia Gentileschi no es entonces una
metáfora para mirar, para el placer visual que es incitante sexualmente [expone] las
oposiciones que subyacen y estructuran el relato”. (1)
Según la autora, estas aproximaciones podrían aportar otras lecturas
respecto de la verticalidad de las estructuras sociales en las que se inscribe la
pintora y su representación simbólica. Tengamos en cuenta que el mito tiene un
correlato con el trauma sexual no reconocido en el juicio Tassi - Gentileschi (1612)
donde el padre de la pintora demandaba al maestro de dibujo por comprometer los
derechos legales que le correspondían sobre el cuerpo de su hija y la posible
consecuencia respecto del status social que significaban. “Los ancianos son
sentenciados a muerte por transgredir las leyes que gobernaban el derecho del
hombre sobre la posesión de las mujeres, regulando quien tiene permitido mirar a
una mujer ya reclamada: no codiciarás a la mujer de tu prójimo. La narración trata
fundamentalmente sobre el uso legal contra el uso ilícito del cuerpo de la mujer por
los hombres” (2)
En esta versión de Susana y los viejos la representación femenina no se
inscribe de manera pasiva ni universal como sucede con la musa o la alegoría, se
trata de una mirada particular dialogando de manera semiótica con un mito.
No intentamos adjudicar a Artemisia Gentileschi una conciencia feminista, aclara Pollock, porque estaríamos incurriendo en una anacronía. Pero si es posible
identificar la conciencia de una feminidad inserta en jerarquías sociales y una
confrontación con los mitos desde la práctica artística como vehículo hacia la
proyección pública de su subjetividad.